Lyrics

🎤 “Cenizas en la Vereda”

Con un whisky en mi mano,
y un habano esfumándose por mis dedos,
se me vienen tantos recuerdos
que ya ni sé si son míos
o prestados de algún tango que nunca terminé.

Calles y veredas caminadas,
pisadas con más ganas que rumbo,
rostros de anónimos que saludan con la mirada,
mujeres que no vuelven
y amigos que nunca se fueron…
porque jamás llegaron del todo.

En un café, me siento a apreciar,
la vida que transita por la vidriera.
Cada paso, cada bostezo,
cada gesto robado al apuro.

“Caminante, no hay camino”,
me repito, como un rezo torcido.
Se hace camino al andar,
y yo hace años que ando
sin saber si camino o me estoy perdiendo.

Me refugio en mis pensamientos,
esos que viven al pasar,
como el viento en una plaza vacía
un domingo de resaca emocional.

Las esquinas me guiñan el ojo,
y los semáforos me juzgan en rojo.
Cruzo igual,
como crucé todas las decisiones
sin mirar a los dos lados.

Hubo un tiempo
en que dormía sin miedo,
en que los besos no sabían a despedida
y los bares no cerraban la cuenta con una lágrima.

Ahora las copas se apilan
como las dudas que no contesté.
Y el amor…
el amor se volvió un buzón sin cartas
y una cama sin nombre.

El mozo me trae otra ronda
sin que la pida,
como si la tristeza tuviera cara de cliente fiel.
Y no se equivoca.
Nos conocemos de años:
él, yo y esta mesa esquina ventana
que vio más confesiones que una iglesia.

Afuera llueve,
pero adentro también.
Solo que el agua cae por dentro,
por las paredes de una piel
que ya no cree en impermeables ni milagros.

La ciudad no duerme,
pero bosteza.
Y yo me fumo los silencios
como quien apura el último trago
antes de que el pasado lo alcance.

Los carteles de neón
parecen más tristes cuando parpadean.
Como los recuerdos cuando ya no llaman.

La noche se despide
sin prometer volver.
Y yo, que nunca fui de despedidas,
le escribo una más
por si acaso me gana el olvido.

No todo lo perdido se extraña.
No toda ausencia es dolor.
Pero hay sombras que siguen el paso
como si fueran parte del cuerpo.

Me levanto.
Pago la cuenta con una moneda de nostalgia.
Y me marcho.
Sin mirar atrás,
pero sabiendo que en alguna baldosa
quedó pegada una parte de mí
que no quiso seguir.