Lyrics

Un nueve de noviembre,
del mil novecientos treinta y ocho,
nació Don Raúl en el ranchito
De Huajicori tan hermoso.
Milpas Viejas fue su cuna,
donde empezó con valor,
desde niño con trabajo,
levantó su alrededor.

A los ocho ya trabaja
por su madre sin temor,
entre surcos y tabaco,
se forjaba un gran señor.
Y en el ring era temido,
por su fuerza y decisión,
“El Cuenco” le apodaban,
por su firme condición.

Le gustaba el trabajo,
era hombre de constancia,
y con manos decididas,
construyó su propia instancia.
En Mexicali fue el comienzo,
de su ruta en la chatarra,
negocio que fue creciendo,
con esfuerzo y sin fanfarras.

También fue peluquero,
albañil
nunca le huyó a la chamba,
trabajador con honor.
Y de norte a Mazatlán,
siguió forjando fortuna,
a su primera familia,
les dejó tierra y la luna.

Tuvo trece hijos
tres familias y un gran legado,
a cada hijo lo apoyó,
nunca los dejó de lado.
Les enseñó con el ejemplo,
a ganarse su destino,
cada uno con trabajo,
levantó su propio camino.

Y un día supo que tenía
unos medios hermanos por allá,
y sin dudar los buscó,
no los quiso abandonar.
Aunque nunca tuvo nada,
ni un cariño de su padre,
él dio todo sin rencores,
como un grande, como un padre.

Le gustaba ir a Las Vegas,
a los juegos y al azar,
los casinos lo esperaban,
lo trataban sin igual.
Le daban el hospedaje,
como cliente distinguido,
pues dejaba sus apuestas,
con buenos dolaritos.

Dicen que a los cuarenta y cinco,
cinco hombres le salieron,
y a los cinco con coraje,
su lección a cada uno le dio
No era hombre de pleitos vanos,
pero si lo provocaban,
respondía
y con fuerza impactaba.

Y un cinco de junio claro,
del dos mil veinticinco fue,
a las seis con cincuenta
se apagó aquel coronel.
Con ochenta y seis cumplidos,
y su historia bien vivida,
cerró los ojos tranquilo,
ya sin cuentas con la vida.

Tuvo tiempo de arrepentirse,
y encontrar redención,
aceptó a Cristo en su alma,
con total convicción.
Y se fue sin un pendiente,
con la paz en su interior,
Don Raúl partió en silencio,
como un hombre de honor.